Y ahí vas
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Mentira, que es todo mentira... - Descubrí
No sé por qué te sigo pensando como no debería,
cuando las ganas arremeten contra mi espalda
y el miedo se instala sin intención de irse pronto.
Estos planes que ideé sin querer
se agolpan tras la puerta
intentando salir por donde te vi a ti marcharte
y no sé por qué aún no les he dejado irse.
Las ganas de sábanas y morderte el cuello
llegaron sin más intención
que la pura inocencia de dos personas
que juegan a descubrir la vida.
Descubrirte a solas se convirtió en mi meta
y mientras me mirabas
y el humo y el frío empañaban tu rostro,
yo seguía librando esta batalla
de la que nunca quise ser paladín.
No entiendo las razones que llevaron a mi corazón
a declararse más tuyo que de nadie.
Supongo que se volvió loco
con tantas mariposas volando alrededor.
Es extraño pensar en cómo callabas mi nombre
y a mí me encantaba,
en la sangre que desaparecía si me rozabas el hombro.
Pregúntame cómo caí tan rápido en la trampa,
tal vez me equivoqué y no supe entenderte.
Ni a ti
ni a tus malditas ganas de encerrar lo que sientes.
No puedo obligarte a darte cuenta.
Cuando las ganas se marchan
nos empeñamos en alargarnos
para evitar doler demasiado.
Pero es que era notarte y avivar el viento,
obligarme a bailarte la danza,
hacerte mío,
respirarte en mí,
arrancarte las heridas
y hacer que te quedaras.
Pero no pude.
Del mismo modo que tú
nunca pudiste hacerme entender
por qué tiraste la llave
antes siquiera de darnos una oportunidad.
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