Mi mejor veganza

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Mi mejor venganza es escribirte algo bonito,
algo que sepa perdonar a la piel.
Que nunca supe guardarme el rencor dentro,
amordazar lo que siento
ni sentarme a esperar.

Es escribirte para que no puedas olvidar,
ya sé yo que ganas no te faltan.

Mi mejor venganza es recordarte
esos monstruos que me pedías que espantara,
la esperanza en la mirada
y esa cueva improvisada
que nos montábamos
cuando nos alcanzaba la vida.

Te tumbabas a mi lado
y mientras nos imaginábamos estrellas en el techo
de tu pecho salía lava
y muchos incendios por apagar.

Las cicatrices de tu espalda aún guardan
las marcas de lo que creí invencible.
Y tus sollozos en la almohada
aún esconden los sueños
que no llegaste a alcanzar.

Porque te rendiste
demasiado pronto.

Decías que las lágrimas 
no borrarían tu camino
y en cambio fueron las olas de tu mar
las que enterraron tus pisadas.

En el último baile a la luz de la luna,
la bailarina se quedó sin cuerda,
las hojas suspendidas antes de rozar el suelo
y en tu mirada para siempre 
la tristeza de quien se ha perdido.

Mi mejor venganza
es no sentir el rencor que guardas dentro.

Luchaste solo las batallas
y perdiste contra los demonios
que imaginaste junto a mi mirada sincera.

Fuimos mejores después que antes,
y ahora que hemos vuelto al antes
no repudio el vacío que siento
en mi otra mitad.

Guárdame en cajones escondidos,
en cajas fuertes imposibles
o en ese rincón de tu mente 
que acumula telarañas.

Rompe las fotos
y cuando tengas hijos
no les enseñes la cara
de quien fue tu historia.

No les enseñes a quien conquistó tu libertad,
a quien se confesó adicta a la intensidad de tu mirada,
a quién cerró las alas y prefirió caminar,
pero siempre a tu lado.

Las canciones aún me traen tu aliento,
y esa complicidad 
no la he vuelto a encontrar con nadie.

Rozarte
y que el mundo se rebele
en la palma de mi mano.

Fuiste el descubrimiento más bonito,
las mariposas en revolución,
los poemas jamás olvidados,
la luna reclamándole al sol
todo lo que se habían perdido.

Fuiste quejas y llantos 
mucho después de que desaparecieras,
alergia de primavera,
esos estornudos que no salen,
noches en vela
y mi cuento sin final.

Mi mejor venganza es encontrarte algún día,
por alguna calle,
con algo de tiempo para un café
y que notes, que a pesar de tu tormenta,
no siento dolor alguno
al revivir nuestra historia.

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