Y ahí vas



Mentira, que es todo mentira... - Descubrí


No sé por qué te sigo pensando como no debería,
cuando las ganas arremeten contra mi espalda
y el miedo se instala sin intención de irse pronto.

Estos planes que ideé sin querer
se agolpan tras la puerta
intentando salir por donde te vi a ti marcharte
y no sé por qué aún no les he dejado irse.

Las ganas de sábanas y morderte el cuello
llegaron sin más intención
que la pura inocencia de dos personas
que juegan a descubrir la vida.

Descubrirte a solas se convirtió en mi meta
y mientras me mirabas
y el humo y el frío empañaban tu rostro,
yo seguía librando esta batalla
de la que nunca quise ser paladín.

No entiendo las razones que llevaron a mi corazón
a declararse más tuyo que de nadie.
Supongo que se volvió loco
con tantas mariposas volando alrededor.

Es extraño pensar en cómo callabas mi nombre
y a mí me encantaba,
en la sangre que desaparecía si me rozabas el hombro.

Pregúntame cómo caí tan rápido en la trampa,
tal vez me equivoqué y no supe entenderte.

Ni a ti
ni a tus malditas ganas de encerrar lo que sientes.

No puedo obligarte a darte cuenta.
Cuando las ganas se marchan
nos empeñamos en alargarnos
para evitar doler demasiado.

Pero es que era notarte y avivar el viento,
obligarme a bailarte la danza,
hacerte mío,
respirarte en mí,
arrancarte las heridas
y hacer que te quedaras.

Pero no pude.
Del mismo modo que tú 
nunca pudiste hacerme entender
por qué tiraste la llave 
antes siquiera de darnos una oportunidad.

Te has perdido quién soy



 
Te has perdido quien es 
la mujer que ahora tienes delante. - Vanesa Martín

Te has perdido quien soy
por mirarme y no querer verme.
Por no querer ver 
las ganas de vida saltando por la borda
para llegar antes que nadie
a las cosquillas de tu ombligo.

Yo iba corriendo
en busca de locura,
Dejando atrás raíces demasiado profundas.
Apareciendo de entre bancos de arena.
Flotando por querer tocar las nubes.

Te has perdido en tus silencios
y en tus ganas de soltarme.
Te has perdido mis rojos y mis dorados,
mis bailes con otros
dedicados a ti,
mis deseos de cumpleaños
y las velas sin apagar.

Mi vida no está para esperarte siempre,
elegí vivirte cuando podía,
respirarte sin descanso,
enredarte un poquito más.

No tuve elección.

Pero tú que podías,
elegiste perderte por el camino,
desenredar mis raíces
y devolverme al viento,
perderte quién soy,
quién seré y quién fui.

Mi mejor veganza





Mi mejor venganza es escribirte algo bonito,
algo que sepa perdonar a la piel.
Que nunca supe guardarme el rencor dentro,
amordazar lo que siento
ni sentarme a esperar.

Es escribirte para que no puedas olvidar,
ya sé yo que ganas no te faltan.

Mi mejor venganza es recordarte
esos monstruos que me pedías que espantara,
la esperanza en la mirada
y esa cueva improvisada
que nos montábamos
cuando nos alcanzaba la vida.

Te tumbabas a mi lado
y mientras nos imaginábamos estrellas en el techo
de tu pecho salía lava
y muchos incendios por apagar.

Las cicatrices de tu espalda aún guardan
las marcas de lo que creí invencible.
Y tus sollozos en la almohada
aún esconden los sueños
que no llegaste a alcanzar.

Porque te rendiste
demasiado pronto.

Decías que las lágrimas 
no borrarían tu camino
y en cambio fueron las olas de tu mar
las que enterraron tus pisadas.

En el último baile a la luz de la luna,
la bailarina se quedó sin cuerda,
las hojas suspendidas antes de rozar el suelo
y en tu mirada para siempre 
la tristeza de quien se ha perdido.

Mi mejor venganza
es no sentir el rencor que guardas dentro.

Luchaste solo las batallas
y perdiste contra los demonios
que imaginaste junto a mi mirada sincera.

Fuimos mejores después que antes,
y ahora que hemos vuelto al antes
no repudio el vacío que siento
en mi otra mitad.

Guárdame en cajones escondidos,
en cajas fuertes imposibles
o en ese rincón de tu mente 
que acumula telarañas.

Rompe las fotos
y cuando tengas hijos
no les enseñes la cara
de quien fue tu historia.

No les enseñes a quien conquistó tu libertad,
a quien se confesó adicta a la intensidad de tu mirada,
a quién cerró las alas y prefirió caminar,
pero siempre a tu lado.

Las canciones aún me traen tu aliento,
y esa complicidad 
no la he vuelto a encontrar con nadie.

Rozarte
y que el mundo se rebele
en la palma de mi mano.

Fuiste el descubrimiento más bonito,
las mariposas en revolución,
los poemas jamás olvidados,
la luna reclamándole al sol
todo lo que se habían perdido.

Fuiste quejas y llantos 
mucho después de que desaparecieras,
alergia de primavera,
esos estornudos que no salen,
noches en vela
y mi cuento sin final.

Mi mejor venganza es encontrarte algún día,
por alguna calle,
con algo de tiempo para un café
y que notes, que a pesar de tu tormenta,
no siento dolor alguno
al revivir nuestra historia.

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