No merecías



Mírame marcharme
porque será lo último que sepas de mí.
Recordarás mi risa
y las tardes de sofá
y querrás volver a agarrarme la vida.

Retomaste las guerras
que te venían persiguiendo 
antes de conocerme.
Y el vino que nos quedó por tomar
corre por tus venas
aguantando el peso de la ducha vacía
cada mañana.

No me vengas a pedir 
que te devuelva lo poco que me diste,
ya estoy cansada 
de tus caprichos y malhumores.

Yo lo hubiera dado todo,
cantándote cada noche
cuando las tormentas nos juntaban.

No merecías nada mío
y el rencor voló 
dejando paso a la ventana abierta.
El frío venció la batalla
y la costumbre de soltarnos 
se quedó de inquilina.

En el peor momento
las cosas quedaron claras
y no pude más que recoger la vida
y marcharme.

















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